El sexo del bebé no siempre es el esperado

La tabla Maya con 7000 años de antigüedad, la tabla china en la que deben sumarse 14 días desde la última menstruación o algunas complejas fórmulas matemáticas, son algunos de los famosos recursos que utilizan muchos padres tras recibir la gran noticia. Desde ese momento, comienza a gestarse junto con el embrión, una creciente intriga con respecto al sexo del futuro recién nacido.

A lo largo de los años, se han ido recopilando multitud de trucos con respecto a los distintos síntomas de embarazo y la relación con el sexo femenino o masculino del feto; sentir malestar por la mañana o no, verse más guapa durante el embarazo, tener la barriga alta o baja, tener antojos dulces o salados y hasta observar si el vello de las piernas crece más o menos deprisa.


Los únicos métodos válidos para conocer el sexo del bebé son la ecografía y el análisis de sangre


Todos estos mitos, sin argumentos lógicos que los sostengan, carecen de toda validez científica, sin embargo la gran expansión de su uso denota el interés de los padres por descubrir lo antes posible si su bebé será niño o niña.

Desde hace años, los padres tienen la posibilidad de conocer el sexo de su bebé a partir del segundo trimestre de embarazo.

Alrededor de la semana 20 los genitales del feto están totalmente formados y pueden distinguirse mediante la realización de una ecografía.

Cuando llega este momento, alrededor del cuarto mes de embarazo, suelen haber creadas ciertas expectativas e incluso deseos con respecto al sexo del bebé y en algunas ocasiones, la noticia no es la esperada. Algunos padres, convencidos de que viene un niño o una niña, más allá de vivir ese momento con alegría salen tristes y decepcionados de la consulta del ginecólogo.


¿Qué consecuencias tiene sentir predilección hacia un sexo determinado durante el embarazo?


Cuanto mayores sean las expectativas, más ilusión y motivación se haya puesto en el recibimiento de un sexo concreto para nuestro bebé, mayor también será el sentimiento de decepción.

Algunos padres, por diferentes motivos, desarrollan un fuerte vínculo con el bebé imaginado, en el que lo visualizan claramente como un varón o una mujer. Todos sus pensamientos, ilusiones y planes son hechos para ese niñito o niñita fruto de su fantasía, no es difícil que si se rompen tales expectativas se sienta una gran desilusión y sentimiento de vacío por la pérdida del hijo imaginado.

En algunos casos, las consecuencias aún van más allá, el periodo de tristeza que suele durar unos días, puede alargarse más en el tiempo e incluso ir acompañado de sentimientos de rechazo hacia el bebé y desmotivación con respecto al embarazo.

En la mayoría de los casos, estas sensaciones desaparecen junto con el nacimiento del bebé y sus primeros cuidados, aunque en otras ocasiones, las conductas de rechazo por parte de alguno de los padres, pueden seguir manifestándose durante la infancia.

Para evitar impactos traumáticos en los padres, con las consecuencias de ello en la crianza de los niños, es importante esperar al bebé como un ser único, amado tal como sea y no desarrollar expectativas más allá de que venga al mundo rebosante de salud.

Ser padres, es un regalo maravilloso de la naturaleza, el amor sano hacia un hijo no debe ser condicionado de ninguna forma.