Inducción del parto: ¿Es seguro? ¿Qué hacer?

Una inducción al parto, esto es, intervenir para que este se produzca antes de lo que dicta la naturaleza, es algo que se debe realizar preferiblemente por razones médicas, aunque es cierto que en ocasiones se realizan porque la madre lo desea. Esto no es una buena idea ya que la inducción no deja de ser una intervención artificial que lleva asociados ciertos riesgos.

Una de las formas más habituales de inducir el parto es mediante la rotura de la bolsa amniótica o bien por la separación de la membrana que conecta esa bolsa con la pared del útero, iniciando así las contracciones.

En estos casos el riesgo fundamental radica en el peligro de padecer una infección, tanto la madre como el bebé están mucho más expuestos cuanto más tiempo permanezcan rotas las membranas.


Los métodos de inducción más habituales no aseguran el parto al 100%


Y es que tanto la rotura de bolsa como la de la membrana, no asegura al cien por cien que el parto se vaya a producir. Cada embarazo es de una manera y si el cuerpo no está preparado la inducción va a ser un fracaso. Si el parto no se produce y ya se ha roto la bolsa se tendrá que realizar una cesárea, una intervención quirúrgica de mayor calado y que conlleva a su vez una serie de riesgos.

También se puede inducir el parto con hormonas como la oxitocina y la prostaglandina, aquí los riesgos son menores. Puede ocurrir que se inicien contracciones anormales, en ese caso lo que se hace es disminuir la dosis hormonal. Hay otra serie de riesgos aunque son poco probables, como que haya un desagarro en el útero, también puede bajar la tensión arterial y el nivel de sodio en sangre, lo que se asocia a ataques epilépticos.


El bebé prematuro por inducción al parto


Una de las consecuencias, sea cual sea el método a utilizar, de la inducción es que el bebé sea prematuro, que nazca entre la semana 34 y la 36 esto sucede si se interviene demasiado pronto en base a unos cálculos erróneos de la fecha de parto y es que a veces no es fácil saber la fecha de la última menstruación. Del mismo modo los embarazos que se prolongan más allá de la semana 42 también son inducidos, en estos casos puede haber complicaciones en el parto por ser el bebé demasiado grande, además puede sufrir debido a que la placenta está deteriorada y el líquido amniótico ha disminuido.

En general la inducción al parto debe ser el último recurso y debe aplicarse siempre debido a un problema de salud y no por capricho. Será el médico el que valore si existe un riesgo tal que haga necesario intervenir antes de que la naturaleza siga su curso. Por su parte la madre siempre puede seguir una serie de recomendaciones que propiciarán el parto de una forma natural, por ejemplo hacer ejercicio o mantener relaciones sexuales. Pese a todo el nacimiento no es un proceso que entienda de números y el bebé llegará siempre cuando esté preparado.