Dar a luz en casa, sobre nuestra propia cama, ayudada por una comadrona y con medios rudimentarios, ha sido posible durante muchos años pero lo cierto es que ya quedó muy atrás. A pesar de que en la actualidad existen personas que prefieren un parto lo más natural posible, también existen muchas mujeres que desean gozar de los avances médicos del presente.
En nuestra época, disponemos de medios para atender un parto con mucha seguridad y los mínimos padecimientos.
Para las embarazadas que así lo prefieran, disponemos de recursos que facilitan la fase de dilatación, eliminando el dolor de las contracciones. Se emplea para ello la anestesia epidural.
La anestesia epidural rebaja el dolor y la ansiedad de la madre durante el parto.
¿En qué consiste la anestesia epidural?
La anestesia epidural consiste en la administración de anestésico local en la región lumbar, con ello se bloquean las terminaciones nerviosas en su salida de la medula espinal, provocando así la ausencia de dolor.
Su uso más común es para eliminar el dolor durante el parto, pero también es utilizada para otras operaciones quirúrgicas. Permite realizar la intervención sin dolor y con el paciente despierto. Además tiene menos efectos secundarios y riesgos que la anestesia general (paciente totalmente dormido).
Normalmente con la mujer embarazada sentada, el profesional introduce un catéter muy delgado en la zona lumbar y en el área que recubre la médula espinal (espacio epidural) con la medicación anestésica. Conforme evoluciona el proceso de dilatación y es necesaria más medicación, ésta se introduce mediante el catéter sin necesidad de volver a inyectarla. La mujer puede regular la medicación según sus necesidades.
A priori se puede pensar que la introducción de una aguja larga en la espalda ha de ser muy doloroso, pero la sensación suele ser más de presión y leve pinchazo. El catéter que se mantiene en la espalda hasta el final del parto para continuar introduciendo medicación, puede resultar molesto pero es indoloro.
Aproximadamente en 20 minutos, se sienten las contracciones pero el dolor comienza a desaparecer. A partir de ese momento, la mujer puede descansar y el parto es mucho más llevadero.
A medida que aumenta la medicación en el organismo, pueden sentirse las piernas pesadas, dormidas, débiles o con cosquilleos. Lo ideal es que no se pierda del todo la sensibilidad para poder empujar en el momento del parto.
¿Qué riesgos puede haber para el bebé?
La anestesia epidural es un medio bastante seguro. Es cierto que parte de la anestesia llega al bebé, pero mucho menos de lo que llegaría a través de medicación endovenosa o con anestesia general.
El riesgo que se presenta para el feto con la anestesia epidural es mínimo, aunque existe la posibilidad de que se dé un ritmo cardiaco lento como consecuencia de la baja presión sanguínea de la madre.
¿Qué riesgos entraña para la madre?
En algunas ocasiones, tras la administración de anestesia epidural se observan:
– Dificultad para pujar
– Dolores de cabeza
– Dolor de espalda
– Bajada de la presión arterial
– Dificultad temporal para orinar
– Hemorragia (muy raramente)