La hipertensión en el embarazo: ¿qué hacer?

Durante el embarazo será muy importante el control de la presión arterial de la mujer, ya que es un problema de salud que afecta a un 20 por ciento de la población adulta. Así, cuando se registren cifras de tensión arterial iguales o superiores a 140/90 mmHg, se puede decir que se trata de hipertensión y será fundamental tomar las medidas pertinentes, ya que la aparición de estas cifras altas y de forma permanente pueden acarrear problemas cardiacos, renales e incluso cerebrales.

Cuando se mezcla hipertensión y embarazo, los riesgos, tanto para la madre como para el bebé, aumentan, aunque dependerán de la severidad y del tipo de hipertensión.

Y es que en la mayoría de los casos, las complicaciones de que se den estos niveles altos de presión arterial son mínimas. Sin embargo, los especialistas inciden en que es importante seguir un control durante todo el periodo de gestación para poder detectarla a tiempo y tomar medidas.


La hipertensión gestacional no es lo mismo que la preeclampsia: se puede tener hipertensión pero no preeclampsia


De este modo, aproximadamente un seis por ciento de las embarazadas desarrollan hipertensión gestacional y esto no implica que haya un riesgo para la madre ni para el feto. Este tipo de hipertensión suele manifestarse en la segunda mitad del periodo de gestación pero dichos valores volverán a la normalidad días después del parto. En estos casos, existe un mínimo porcentaje de que la mujer desarrolle este trastorno posteriormente, en el futuro. Las mujeres con mayor riesgo de sufrir este trastorno son las embarazadas mayores de 35 años, las primerizas o aquellas que tienen embarazos múltiples. Asimismo, también aumenta el riesgo de sufrir hipertensión durante este periodo para las que sufren obesidad o diabetes.

Aún así, existe otro tipo de hipertensión más grave que se detectará cuando se den síntomas, tales como: presencia de proteínas en orina, hinchazón de manos, pies y, en ocasiones, de la cara, así como retraso del crecimiento intrauterino, lo que se denomina preclampsia. Además, puede tener graves consecuencias para el bebé y la madre, ya que pueden darse casos de desprendimiento de la placenta, sufrimiento fetal, parto prematuro e, incluso en algunos casos, muerte fetal.

Sin embargo, si se siguen los controles oportunos, no tienen por qué producirse consecuencias tan graves como estas y así también lo indica la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial que, a su vez, da una serie de consejos y recomendaciones sobre cómo actuar.


Rutinas a realizar cuándo se diagnostique hipertensión gestacional


De este modo, será importante que la embarazada lleve una vida tranquila, con actividad moderada. Por ello, se aumentarán los descansos e incluso será muy positivo que la mujer duerma siestas acostada sobre el lazo izquierdo para que así se disminuya la presión en la vena cava, ya que por el contrario podría dificultar la circulación de la sangre. Además así mejorará la perfusión sanguínea, es decir la llegada de sangre y por consiguiente de nutrientes a la placenta y al feto.

Otro punto importante para evitar este trastorno será seguir una dieta equilibrada, que sea rica en frutas y verduras que le aportarán al organismo todo lo necesario para que la madre tenga una salud de hierro. En cuanto a la sal, sólo se reducirá cuando se trate de gestantes hipertensas que ya lo eran antes del embarazo o en los casos en que la mujer tenga problemas de insuficiencia renal o cardiaca.

Además de todo esto será fundamental que su médico siga un control constante y adecuado de su presión arterial, ya que así no habrá que lamentar complicaciones posteriores.