Qué es el desprendimiento de placenta

La placenta es el órgano donde se implanta el feto en el útero, y el que también lo alimenta. Cuando se desprende, tanto el bebé como la madre pueden tener complicaciones graves para su salud.

Una mujer embarazada con desprendimiento de placenta puede sufrir una hemorragia y problemas de coagulación de la sangre, con la posibilidad de llegar a tener consecuencias fatales en los casos extremos.

Por otra parte, el bebé deja de recibir tanto el alimento como el oxígeno que le proporciona la madre, con secuelas graves para su desarrollo fetal.

La incidencia del desprendimiento de placenta es de 1 en cada 100 embarazos, especialmente cuando ya se ha superado las 20 semana de gestación. De todos modos, es importante señalar que la muerte fetal se produce solo en 1 de cada 750 partos.


Causas del desprendimiento de placenta


Las causas de un desprendimiento de placenta no son habituales. Esencialmente, van desde un accidente que produzca un trauma en el abdomen a una mengua del volumen uterino debida a la pérdida rápida de líquido amniótico, el parto de un primer gemelo, o un cordón umbilical demasiado corto.

De todos modos, hay que mencionar la existencia de algunos factores de riesgo que pueden ayudar a que tenga lugar un desprendimiento de placenta:

– Problemas físicos de la madre: hipertensión arterial crónica, edad avanzada, diabetes, tabaquismo y consumo de cocaína.

– Antecedentes previos de desprendimiento de placenta en otro embarazo anterior.

– Problemas en el embarazo, como preeclampsia y aumento de la distensión uterina debido a embarazos múltiples o a la existencia de demasiado líquido amniótico.


Los síntomas del desprendimiento de placenta


El principal síntoma que nota una mujer embarazada que tiene un desprendimiento de placenta es que su útero está siempre duro. Además, puede tener sangrado genital y sufrir dolores intensos en la zona del abdomen o en la de la espalda.

Si el sangrado es importante, la mujer debe acudir a urgencias de manera inmediata y, en todo caso, es indispensable que una embarazada con síntomas de posible desprendimiento de placenta visite a su médico. Solo con un reconocimiento exhaustivo, que debe incluir siempre una ecografía de control de vitalidad fetal, se puede diagnosticar si realmente se ha producido un desprendimiento de placenta, y de que grado es.


El tratamiento de un desprendimiento de placenta


Una vez el médico ha confirmado que una embarazada sufre un desprendimiento de placenta le hará un control de síntomas de shock o de sufrimiento fetal y le subministrará líquidos por vía intravenosa, así como las transfusiones de sangre que puedan ser necesarias.

La madre será ingresada en el hospital para ser observada continuamente y se valorará la posibilidad de llevar a cabo una cesárea de urgencia o un parto vaginal inducido. De hecho, todo depende del estado de evolución del feto. Si aun es muy pequeño y el desprendimiento no es muy grande se puede mantener a la embarazada hospitalizada y con vigilancia continua, intentando ganar tiempo. Si el bebé ya es maduro, se optará por hacerlo nacer de manera inmediata.