Fiebre en el embarazo

La buena salud de la madre durante el embarazo es indicativa de la buena salud de su bebé, del mismo modo cualquier problema que sufra la mujer puede repercutir en el feto. Por este motivo es tan importante cuidarse durante todo el embarazo. Se debe tener cuidado y no exponerse a situaciones que puedan alterar nuestro bienestar físico y si aun así se contrae alguna enfermedad o infección, hay que ponerse en manos de los especialistas.


La fiebre


El aumento de la temperatura en la mujer embarazada es un indicativo que de algo no anda del todo bien, aunque habría que conocer las posibles causas antes de alarmarse.

El momento más delicado es el de las primeras semanas. Es el momento en el que los órganos del feto están formándose y una fiebre alta en la madre puede traer complicaciones en esta primera fase.

Por temperatura elevada se entiende aquella que supera los 37’5 grados centígrados, cuando una mujer presenta fiebre por encima de estos valores y está en su primer trimestre debe ser tratada de inmediato, especialmente si son fiebres que superan los 39 grados. La fiebre por si sola no es el problema, es un mecanismo de defensa del cuerpo que nos indica que algo va mal, que existe un virus o una infección. Estas son las enfermedades que pueden causar malformaciones como la espina bífida en el feto, no la fiebre en si.

Pese a que se ha asociado la presencia de fiebre en las primeras semanas de embarazo con el riesgo más elevado de abortos, estudios recientes no han encontrado indicios fehacientes de esta relación. Lo que siempre se aconseja es acudir de inmediato al médico si además de fiebre se presentan otros síntomas como vómitos, hemorragias, dolor al orinar, fuertes dolores de cabeza o dolor abdominal.

Una vez pasado el primer trimestre la fiebre ya no afecta de la misma manera al feto, hasta que llegamos a la última fase, cuando fiebres altas pueden ser causa de contracciones que adelanten el parto.


No es extraño tener fiebre en algún momento del embarazo


Durante el embarazo la mujer experimentará resfriados que pueden venir acompañados de procesos febriles, no hay que darle mayor importancia. Se pueden tratar con paracetamol, que se ha demostrado seguro para el bebé, aunque en cualquier caso será el médico el que nos oriente y recete el medicamento adecuado.

Si no se quiere recurrir a los medicamentos se puede optar por los remedios naturales. Además del obligado reposo, la embarazada puede darse duchas con agua tibia y tomar abundantes líquidos y caldos de verduras. El remedio de la abuela de ‘sudar la fiebre’ tapándose con mantas, no es nada recomendable ya que de lo que se trata es de mantener el cuerpo con la temperatura más normal posible.

Si tomando paracetamol (bajo prescripción médica) y siguiendo todas estas recomendaciones el proceso febril no disminuye, se debe acudir de inmediato al médico ya que entonces el bebé puede estar expuesto a una infección y esto sí puede traer graves consecuencias para su desarrollo. Cuidarnos, controlar la fiebre y seguir las indicaciones de los especialistas será la mejor prevención.